jueves, 13 de septiembre de 2012

MICROECONOMIA

Economia La ciencia económica nació en un pequeño rincón de Europa, pero ha venido madurando globalmente. Desde Adam Smith y David Hume a mediados del siglo XVIII, hasta John Stuart Mill y Karl Marx a mediados del siglo XIX, los gigantes de la economía clásica vivieron en el Reino Unido. No es sorprendente entonces que sus escritos expresaran un punto de vista Británico. El apoyo de Adam Smith a una economía descentralizada de mercado –su “mano invisible” – fue estimulado por el dinamismo de su ciudad natal Edimburgo y por el limitado rol del estado en el proceso de crecimiento británico. Para Marx y Engels, los trabajadores pobres que vivían en las atestadas bodegas de Manchester eran sus puntos de referencia, tanto como lo habían sido para Smith las chimeneas industriales de un Edimburgo pujante. La razón de que Europa Occidental, y especialmente el Reino Unido, fuera el lugar de nacimiento de la ciencia económica es que el capitalismo también floreció allí. Único entre los sistemas económicos, el capitalismo unificó la variedad de actividades involucradas en generar los medios de vida en un espacio de vida social particular y claramente autónomo, un espacio sujeto además a regularidades equivalentes a leyes. Los sistemas económicos anteriores, en palabras de Karl Polany, 1957, estaban incrustados en los ordenes políticos y culturales de los cuales hacían parte. La religión, costumbres, política y la reproducción de la vida diaria estaban entrelazadas con lo que ahora reconocemos como actividades económicas: la asignación y distribución de recursos. Sin embargo, en la economía capitalista el día de trabajo y el espacio laboral emergieron como esferas temporales que se diferenciaban de la familia, la religión, la política y las costumbres. Se decía que una psicología en particular –resumida por los economistas clásicos como el “hombre económico” calculador, interesado en sí mismo, y amoral, gobernaba nuestro comportamiento en este espacio económico.

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